Todos tenemos un camino espiritual que seguir.
No hablo de religion sino que de espiritualidad. La espiritualidad se define en el diccionario como “todo lo relacionado con la parte inmaterial del ser humano a la que se atribuyen los sentimientos, la inteligencia y las inquietudes; se utiliza en contraposición a lo material.”
Algunas personas van más avanzadas en su camino que otras, pero recuerda no compararte con otros, porque al final vas más adelante que todos los que van atrás de ti ☺
Personalmente, mi camino espiritual comenzó en el 2015 cuando perdí a mi bebé.
Después de mi operación pasaba mis días de recuperación sola en casa. Estaba sola en silencio y recuerdo que me sentía tan vacía por dentro que no me podía concentrar. Me recomendaban meditar y no lograba concentrarme. En este momento, me acompañaba uno de mis peores enemigos: El miedo. Tenía miedo de no poder salir adelante, miedo de no estar a la altura, miedo de terminar sola, miedo de no lograr superar este duelo. Y entonces mis problemas respiratorios resurgían.
Sentía un deseo profundo de dejar fluir las cosas y de aceptar cada etapa como un nuevo aprendizaje, pero no sabía como. En la escuela no nos enseñan inteligencia emocional (manejo de las emociones) ni menos la meditación (control de la mente).
En este momento, yo quería dejar atrás el control y quería aprender a vivir más en el presente. Quería vivir en paz, de forma ecuánime. Quería sentir compasión en mi corazón y amor desinteresado. Quería sentir en mi cuerpo y en mi alma lo que aprendía y leía en los libros de Eckhart Tolle, Pema Chödrön y Thich Nhat Hanh.
Después de terminar tres veces en el hospital, cada vez casi muerta, entendí que era el momento de emprender un nuevo camino donde podría educar mi mente para aprender a escuchar mi corazón vibrar y mi intuición hablar.
Para mi auto-sanación recuerdo que tomé la decisión de hacer la primera cosa que me hacía vibrar en este momento: Tomar un diplomado de un año y medio para aprender a dar masajes. El diplomado me enseñaría entonces a tomar tiempo para mi. Me enseñaría a re-encontrarme conmigo misma, a escucharme. Creo profundamente que cuando aprendemos a escuchar esta voz dentro de nosotros, entonces la vida nos empieza a mostrar el camino a seguir. No hablo del camino más “fácil”, pero del camino “correcto” para nuestro crecimiento espiritual.
Durante 6 años, me perdí en mi matrimonio, porque así lo permití. Nunca fui una víctima porque yo sola desde el principio quise tomar el control y quise “dar” hasta olvidarme de mi misma. Creía que haciendo feliz a mi esposo, yo estaría feliz a su vez, pero no fue así. Hoy sé que primero tienes que ser feliz tú para entonces hacer feliz a otros. Tu felicidad no se encuentra en otros sino que en ti.
Lo que sucedió es que me perdí en este amor, me olvidé de quien era, me olvidé de mis deseos, de mis sensaciones hasta que caí rendida en el piso. Y ahí no logré levantarme, me sentía agotada, derrumbada, invadida de miedos, pérdida.
Había llegado al final de este largo camino y me tocaba escoger la derecha o seguir derecho. Dentro de mi, yo sabía que si seguía derecho terminaría de nuevo en el piso pero que si tomaba un nuevo camino, la vida me daría la gran oportunidad de conocerme, volver a creer en mi para poder retomar mi vuelo.
Y es en este punto de inflexión de mi vida que me dí cuenta de mi realidad. En ese momento mi corazón gritaba por ser escuchado y amado. No escuchado ni amadado por otro u otros sino que por mi misma. Quería preocuparme por mi, apapacharme a mi, estar a solas, abrirme a nuevas oportunidades. Quería empezar un nuevo camino, vivir la vida como nunca la había vivido, escuchar mi intuición y dejarme guiar por ella.
Desde entonces, me encontré con muchos retos y no fue fácil. Primero me paralizó el miedo. El miedo de dejar mi matrimonio, de dejar a la persona que más amaba, el miedo a ser juzgada y el miedo a lastimar a otros.
Estos 3 años, aprendí mucho. Aprendí a vencer mis miedos más profundos. Aprendí a no sentirme culpable y a perdonarme. Aprendí a perdonar a otros y a sentir compassion por mis padres, mis abuelos, mi familia en general, mis amigos. Aprendí a meditar y escuchar mi respiración. Aprendí que el fracaso no existe y que solamente existe el triunfo o el aprendizaje. Aprendí a levantarme sola y más que nada aprendí a amar el silencio y a amarme profundamente. Aprendí a controlar mi mente y mis emociones con esfuerzo, constancia, firme determinación y sabiduría para entonces sentir esta vibración en mi Corazón, esta luz rosa que llena todo mi cuerpo de amor incondicional hacía mi y los demás.
El amarte a ti mismo es el regalo más grandioso que puedes hacerte porque entonces aprendes a amar a los demás sin apegos ni expectativas. Aprendes a amar de forma ecuánime. Yo no digo que te de igual estar o no estar con tu paraja, tu familia o tus amigos. Lo que quiero decir es que el amor desinteresado es el amor que sientes cuando ves y aceptas a la persona tal y como es sin juzgarla y sin desear que sea otra, así como lo escribo en mi articulo “¡A vivir se ha dicho!”
Todos los días es un nuevo reto y por supuesto tengo momentos en los que me caigo o en los que la mente quiere retomar control de todo. En estos momentos, es importante parar, analizar lo que pasa y la razón de nuestra “caída”. Es importante volver a pensar en nuestro “para qué”:
¿Para qué estoy aquí?
¿Para qué hago estas cosas?
¿Para qué quiero seguir?
La respuesta no viene de tu mente, porque la mente habla desde el Ego. La respuesta viene desde tu intuición, porque la intuición habla desde el Amor. Escucha esta razón “emocional”, este “para qué” que hace vibrar todo tu cuerpo, te da mariposas y te ilumina los ojos. Esta respuesta entonces sí es la correcta. Cuando la tengas, únicamente cuando la tengas, entonces vuelve a enfocarte en tu objetivo y en tu plan de acción para seguir tu camino ☺
Déjame darte un ejemplo sencillo:
Todos los años, muchas personas se comprometen en Enero a bajar de peso ya. Y dicen: ¡Este año YA voy a bajar estos kilos!
Objetivo: Bajar 10 kg para la boda de mis amigos en Junio
Plan de acción: Ir al gimnasio tres veces a la semana y con la nutrióloga una vez al mes
Sin embargo, la mayoría de estas personas dejan el gimnasio y la nutrióloga para Febrero, si no es antes.
¿Porque? Simplemente porque la razón por la que van a bajar de peso y van a ir al gimnasio no es suficientement grande, no toca sus emociones más profundas y además “la boda de sus amigos” es un placer temporal de 1 día versus el dolor de 6 meses de entrenamiento en el gimnasio. El ser humano por naturaleza, huye del dolor y busca el placer. Si el “para qué” bajar de peso no toca tus emociones más profundas entonces dejarás el gimnasio después de unas semanas. Es garantizado.
Uno de los “para qué” más poderosos que he escuchado, referente a esta ejemplo de bajar de peso, es el siguiente:
Quiero bajar 10 Kg, porque quiero mejor mi salud. Y quiero mejorar mi salud para poder acompañar a mi hija en el altar el día que se case y porque quiero dar mi tiempo también a esta ONG que tenemos en la ciudad y recaudar dinero para niños enfermos. Quiero bajar de peso para sentir la energía suficiente para vivir mi vida al máximo.
ESTE “PARA QUÉ” ES PODEROSO. Es un “para qué” lleno de emociones, que te hace llorar y que te mueve de donde estas. Este es el tipo de “pare qué” del que te hablo.
¿Cuál es tu reto más grande hoy en tu vida?
¿Cómo lo estas manejando?
¿Cuál es tu “para qué” en cuanto a este reto?
¿Para qué quieres lograr este reto?
Te dejo pensarlo…
Si necesitas un poquito de apoyo, recuerda que sería un honor para mi ser tu Coach y trabajar a tu lado.
Como tu Coach, te puedo guiar en el camino para definir lo que realmente te llena y te apoyaré para que saques a la luz este potencial ilimitado que tienes dentro de ti.
Mi deseo para ti es que logres transformar tus sueños en acciones y que creas una vida balanceada y abundante ☺
Me puedes contactar a través del siguiente correo: mely@melanyriviere.com